2 de octubre de 2020

“Peer Gynt: La exaltación de la mística y el simbolismo en la música de Edvard Grieg” (1ra. Parte)


Por Carlos Antonio Rada Alayón
(Doctor en Cultura y Arte para Latinoamérica y el Caribe, 
Magister en Artes mención Estética en la UPEL-IPC)

La Obra del Dramaturgo

El poema alegórico dramático-fantástico Peer Gynt de Henrik Ibsen (1828-1906), publicado en 1867, fue pensado y escrito originalmente en verso para ser leído y no representado. Ibsen escribió este drama alegórico con ánimo sarcástico, intentando huir de todo romanticismo nacionalista. De una imaginación constante y envolvente, donde se evocan los ecos de mundos fantásticos propios de las leyendas nórdicas y el rumor sensual de El cantar de los cantares, hace de Peer Gynt una obra de la época del romanticismo ibseniano. Los críticos lo han identificado como su segundo periodo, caracterizado por la preponderancia que adquieren en los poemas la esencia mística y las alusiones en la forma y lenguaje de un simbolismo robusto y permanente, propios del dramaturgo. Las cumbres, las aguas, el amanecer, las representaciones telúricas, los trolles, el par de brujas que aconseja hipocresía a Peer, tienen siempre un sentido abstracto. En Peer Gynt se precisan nítidamente las influencias de Shakespeare y de Goethe, pues la Naturaleza cobra allí voces de fantasía como en El sueño de una noche de verano, y el mundo del Drove es, en ciertos instantes, walpúrgico, lo mismo que algunos pasajes del Fausto.

Henrik Ibsen

«Él se sintió libre para concebir muchas diferentes escenas de una longitud variable en un gran número de diferentes escenarios, muchos de ellos describiendo cuidadosamente locaciones al aire libre, y mezclando no solo diferentes formas de versos (esta fue la última obra en verso de Ibsen) sino también diferentes géneros» (Burton, 1987). Peer Gynt es también, de alguna forma, una aventura picaresca basada en las historias del folklore.

Primera edición del poema de Peer Gynt

La obra causó tanto impacto en los círculos intelectuales escandinavos que, poco tiempo después, Ibsen fue convencido de hacer de él una obra teatral en cinco actos. A pesar de las grandes dificultades que suponían los cambios de escenas propuestos que impedían su representación - existe un acto entero completamente a oscuras y los cambios de decorados eran, en aquella época, una tarea larga y a veces ruidosa - se pensó que con un buen apoyo musical, que incorporara preludios, entreactos, bailes, canciones y algunos números corales que amenizaran los cambios de escenas, el público soportaría mejor las pausas, haciendo del desarrollo de la representación algo más fluido.

La Obra del Lírico

En enero de 1874 Ibsen escribió una carta a su amigo Edvard Grieg (1843-1907) para visitarlo y someterle el encargo de la composición de la música incidental para su obra Peer Gynt. La elección del dramaturgo no había sido meramente accidental. Ambos se habían conocido en Roma cuando Grieg contaba sólo veintidós años de edad, aunque ya era un afamado pianista, e Ibsen, quince años mayor, un experimentado autor de teatro en el exilio. A pesar de tener posturas totalmente opuestas respecto al nacionalismo - Ibsen se lo tomaba con ironía mientras que Grieg pretendía resucitar el espíritu noruego -, algo situado más allá de la ideología política los unía: ambos se dedicaban con pasión a lo que hacían y, dentro de sus cánones particulares, perseguían sobre todas las cosas sentimientos de solidaridad y universalidad.


Edvard Grieg
Grieg no se sintió muy entusiasmado de haber recibido la invitación, pues sabía que su talento era más lírico que dramático, además no le atraía el poético drama alegórico de Ibsen y no le parecía que la pieza se prestara para ser tratada musicalmente. A pesar de todo, accedió a realizarla, poniéndose a trabajar en la partitura en el verano de 1874. Pero las dudas pronto lo asaltaron. Al parecer, este trabajo no resultó nada fácil. Las dificultades ocasionaron algunos problemas en la composición. Escribía: «Peer Gynt avanza muy lentamente, y no hay ni que hablar de que esté terminada en el otoño. Es un argumento muy poco manejable, con algunas excepciones, como, por ejemplo, las canciones de Solveig, todas las cuales están terminadas». Una de estas canciones es la No. 23 «Canto de Solveig en el interior de la cabaña» que se ilustra a continuación y no llegó a formar parte de ninguna de las suites:

El hecho de que su trabajo en colaboración para Peer Gynt resultará tan eficaz se debió principalmente a la libertad recíproca que se concedieron. Ibsen dejó totalmente en manos de Grieg la elección de las escenas para las que escribiría música. «El compositor necesita libertad absoluta para esto», dijo.
Grieg hizo un viaje al extranjero en septiembre y la obra fue terminada en el otoño siguiente, en 1875. Pese a la desfavorable opinión del compositor, esta música elaborada tan penosamente y a disgusto, hasta el punto que nunca creyó que Peer Gynt despertase el interés como obra teatral, y bajo la forma de música incidental Op. 23, afrontó los fuegos de las candilejas en su estreno en el Teatro Nacional de Cristianía (Oslo), el 24 de febrero de 1876, sin estar presente ninguno de sus autores. La obra tuvo un gran éxito, siendo acogida con gran entusiasmo. Se dieron treinta y siete funciones antes de que un incendio destruyera el teatro.
Actores principales de la primera representación de Peer Gynt en 1876
A pesar de que Grieg no estuvo plenamente satisfecho, ni demostró gran interés por la obra, e incluso, en público y en privado, llegó a detestarla, nunca la dio por terminada y siguió trabajando en ella a lo largo de su vida, llevando a cabo cambios importantes en la orquestación. Antes del estreno en Copenhague, en enero de 1886, escribía a su casa: «Estamos muy ocupados con Peer Gynt, y estoy orquestando de nuevo muchos fragmentos suyos. Afortunadamente estoy con el último; ya era hora». Esta versión revisada para la producción de Copenhague no incluía los números 6, 11, 18 y 22. En su lugar, Grieg utilizó música que no había sido escrita originalmente para Peer Gynt. Aquí ofrecemos el No. 22. «El Naufragio» del Acto 5:
El musicólogo Eduard Hanslick (1825-1904), amigo de Brahms y crítico encarnizado de Wagner, ya había vaticinado que «quizás dentro de unos años Peer Gynt vivirá únicamente gracias a la música de Grieg, a mi gusto tiene más poesía e inteligencia artística que la monstruosidad en cinco actos de Ibsen». De hecho, tras las funciones de 1892, el propio Ibsen reconoció que la música era un factor importante en el éxito de la obra. La partitura completa fue publicada en 1908, después de la muerte del compositor, con un total de veintiséis números. Lo cierto es que Peer Gynt es la muestra más bella del arte magistral de Grieg y una de las mejores obras en su género, así como también la muestra más acabada de la compenetración de dos espíritus radicalmente diferentes, capaces de complementarse estrechamente en aras de la excelencia expresiva.  

Intérpretes:  
   
Barbara Bonney (soprano)  
Gothenburg Symphony Orchestra     Neeme Järvi (director)  

1 comentario:

  1. Excelente artículo; permite conocer esta famosa obra de Grieg tal como el compositor la miraba (con antipatía, para sorpresa de muchos) y situarla en su contexto, pues la verdad sea dicha, la popularidad de la música incidental de Grieg supera con creces la del poema de Ibsen, francamente ignoto en nuestra América Latina. Preciosas ilustraciones musicales también, ¡muchas gracias!

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